Somos un grupo de 13 mujeres y 1 hombre. La mayoría vivimos en El Campico (Alcantarilla, Murcia). Una vez a la semana nos reunimos y charlamos sobre temas diversos. En este blog queremos recoger algunas de estas conversaciones.

martes, 5 de febrero de 2013

Cuando el amor entra por la puerta, a la pobreza la tiramos por la ventana

Parte de la sesión del jueves pasado, la dedicamos a hablar sobre las necesidades. Primero, intentamos encontrar una definición que nos convenciera. Vimos que una necesidad es la distancia que hay entre la situación real de una persona y la situación ideal para esa persona. De esta manera, el componente subjetivo es muy fuerte a la hora de hablar de necesidades. Es decir, somos cada una de nosotras la que tenemos que definir lo que necesitamos y nadie puede decirlo por nosotras.

Después, echamos un vistazo a la pirámide de necesidades de Maslow. A continuación:



Esta pirámide gradúa las necesidades y lo hace según una jerarquía, un orden, establecido, fijo. Deben atenderse primero las necesidades recogidas en el primer escalón para poder atender adecuadamente las de más arriba. Acudimos a un ejemplo que parece reforzar esta idea y es la historia de los Ik.



El antropólogo Colin Turnbull afirmó haber descubierto un cultura que no amaba. En la década de los setenta del siglo pasado, estuvo un tiempo conviviendo con los Ik, una tribu de cazadores de una árida región montañosa de Uganda. Al poco tiempo de estar con ellos, el antropólogo, horrorizado, proclamó que aquella gente había perdido su capacidad de amar. A tal cosa no se había llegado por casualidad o incapacidad innata de los Ik. El gobierno ugandés les prohibió cazar en el Parque Nacional Kidepo, que forma parte de sus tierras. Eso les supuso quedarse sin su fuente principal de alimento y riqueza. Sólo podían cultivar en campos secos y hueros. Desde entonces, el hambre y la miseria se instaló entre los Ik. Turnbull ilustró el grado de desesperación que el hambre había provocado entre estas personas con muchos ejemplos: abandonaban a los niños a los tres años con la esperanza de que sobrevivieran uniéndose a las bandas de niños, abrían las bocas de los ancianos para quitarles la comida a medio masticar... Tres generaciones después, ya no existía el amor entre ellos.

Tanto la pirámide de Maslow como la interpretación que de los Ik hace Turnbull nos parecen, de entrada, razonables. Pero al darle algunas vueltas, empezamos a encontarle fallos. ¿Qué pasa, por ejemplo, con aquellas personas que tenemos que luchar a diario para conseguir la comida de nuestros hijos, no estamos capacitadas para quererlos lo suficiente? ¿El amor que sentimos por nuestras parejas es de menor calidad que el que siente la gente acomodada? No aceptamos, de ninguna manera, que esto sea así. Es cierto que las complicaciones cotidianas, a veces muy urgentes, dan muchos problemas y nos quitan mucho tiempo y energía. Pero son precisamente esos problemas los que nos hacen tener muy presentes a nuestros "polluelicos". De hecho, pensamos que es el amor, a mitad de pirámide, el que te da fuerzas para atender las necesidades básicas

La pirámide de Maslow se parece un poco al refrán "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana". Nosotras preferimos otro refrán, que nos inventamos sobre la marcha: "Cuando el amor entra por la puerta, a la pobreza la tiramos por la ventana".

El tema de las necesidades nos llevó a recuperar una noticia sobre la que ya habíamos debatido. Es esta:


Y aquí el vídeo:


 

El dinero que se recibe a cambio de un trabajo o la ayuda que se recibe porque corresponde, es una cuestión de derechos. Derechos, dicho sea de paso, atendidos con tacañería. Si recibimos una ayuda, ese dinero es nuestro, por derecho, y lo gastamos según nuestro criterio. ¿Si hemos estado todo el año pasando penurias, no podemos permitirnos un gasto grande según lo que decidamos que necesitamos? ¿Con qué derecho nadie nos dice lo que podemos comprar o no? ¿Esta señora del vídeo tiene televisión de plasma? Como dijo una compañera: "Me lleno mi nevera pero a mi hijo le compro su necesidad".      

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