Hace unas semanas, dedicamos la tertulia literaria a "El patito feo". No siempre podemos estar discutiendo alrededor de Nietzsche o Sampedro. Además, en cuentos como éste, se esconden muchas ideas sobre las que charlar. De hecho, su autor, Hans Christian Andersen, decía: Siempre se debe llamar a cada cosa por su nombre pero, si uno no se atreve, debe poder hacerlo en el cuento.
Es verdad que la idea detrás de "El patito feo" es evidente, algo así como que la belleza está en el interior. Pero le vimos trampa porque, al final, el patito se convierte en un cisne, acaba siendo un animal poderoso y hermoso por una simple cuestión de azar. Y ahí se terminan todos sus problemas. Nosotras preferimos pensar que la cosa se puede llevar más allá: Sí, soy como soy, ¿y qué? Aceptarnos en nuestras diferencias y ser felices en nuestra individualidad. Aunque luchemos por cambiar lo que no nos gusta (de nosotras y de nuestro entorno).
Después de leer y charlar sobre "El patito feo", lo rompimos siguiendo las instrucciones de Tristan Tzara para escibir un poema dadaísta:
Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta
darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que
forman el artículo
y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la
bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una
sensibilidad hechizante,
Y estos fueron algunos de los poemas que resultaron:
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